Leía una nota en Los Angeles Times sobre lo de Morelia y ellos también estaban extrañados, al menos un poco, en cuanto a la escalada de la violencia. Pasamos de matar testigos a matar extraños, inocentes, en un festejo. De los cuernos de chivo a las granadas de fragmentación. De los mensajes claros a un mensaje críptico. Pasamos de atribución a la negación de los hechos.
Me van a decir que estoy muy tirada a la teoría de la consipración, que le veo 5 patas al gato que además es cojo y que, en resumen, no tengo la menor idea de lo que estoy diciendo. Sin embargo, creo que cabe preguntarse si el atentado de Morelia es realmente obra del narco.
Probablemente dentro de unas horas apresarán a los culpables, porque cuando quieren las fuerzas policiacas del país siempre apresan a los culpables. Sin embargo, en estos tiempos en los que subinspectores son secuestradores y secretarios son delincientes de cuello blanco, cabe preguntarse si esto no es obra de alguien más. No quiero ser demasiado perversa, pero ¿a quién le vino bien lo que pasó? A aquellos que estaban presionadísimos por el asunto Martí, ¿no? Pasamos de cuestionar a Rosas Rosas y García Luna a pedir a la gente que haga huelgas y no consuma droga.
No está de más preguntarse...
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