11/15/2010

El zoológico porno**



Jojo el león, bofo y viejo, gruñe sólo si ve un tentempié; Oz, el cocodrilo, sólo se mueve con el olor del músculo fresco, el perfume de los niños pequeños que lo ven en el cemento en el que reside; Rigo, el rinoceronte, ve con desinterés el movimiento de los hombres: el sol en el cielo y todo sereno, otro tiempo monótono en el zoológico.

Pero de noche es distinto. En el momento en el que viene Silvio, el dirigente felino del grupo de Insurgentes, todo se convierte: los pobres domicilios de hierro se vuelven sets de cine porno y los vecinos se reúnen y cogen con todo, por unos dedos, un pie o un exquisito ojo de delincuente, poli o infeliz civil, dependiendo de los muertos que se reporten en el sector.

El ofrecimiento de Silvio, desde el principio, fue sencillo: sexo violento en video por miembros frescos, recién recogidos del sitio del crimen.

Y desde ese remoto tiempo, los devotos bichos, golosos por los trozos de hombre que el jefe felino les presentó, se rindieron noche con noche y tuvieron sexo sucio en los videos del exitoso género que Silvio definió como homo porno feroz.

“Los filmes se venden bien en Tepito y si el zoológico requiere de un surtido superior de nutrientes, es un buen negocio”, dijo en ese entonces el felino.

Por un pene fresco, el cerdo Felipe se coge cruelmente con el tigre Milo; por un trozo de vientre, Oz finge potente eyección dentro de Rigo; y el rey Jojo se entretiene con su mediocre pito, por un ojo, un dedo o un pie: todo por querer enloquecidos su porción del exterminio.

Bien dice Silvio, no es ilícito un truque de este tipo, ellos cubren un deseo, los bichos cumplen con lo que les es pedido.

**Descubra las características del ejercicio ;).

Carta a un joven escritor



Tienes la frescura de los 21 y las lecturas de un devorador de universos; los conocimientos de un viejo y dientes de leche de un atractivo inquietante. Tienes el talento de Molière y las actitudes de un niño pequeño; un entusiasmo casi bobo, pero, al mismo tiempo, encantador. Tenerte cerca me provoca una risa estúpida, sonrojada, muy sandía, como la carcajada de Tablada; y a la vez un desasosiego profundo, muy cabrón, irremediable anuncio del temido ataque de ansiedad tan amigo mío desde los 15 años.

Me das una alegría extraña; me despiertas una añoranza por la novedad; una sed de beberme el mundo a tragos, que sólo tu juventud me puede dar. Lo sé, vas a decir que siete años no es tanto, que siempre has andado con chavas más grandes, que está increíble, que da igual. Y aunque tienes razón (siete años no es tanto) he vivido cosas que tú no podrías entender a tu edad. Y sé que piensas que te subestimo, por un prejuicio, pero no es en sí que tengas 21, es que hay cosas en la vida que te rompen, que te dejan mal.

Y no quiero lastimarte (eres así de luminoso como para aguantarme), pero sé que si seguimos por este camino, más temprano que tarde, sentirás la daga punzante del rechazo y no la podrás olvidar. No quiero cargar con eso, no quiero que esto termine mal.

Tú mereces amores épicos, llenos de escenas literarias, de misteriosos encuentros en una calle del Centro, de noches interminables vagabundeando por la ciudad. Amores intensos, acelerados, de ligeros arcoiris e infinito brillo; romances que piensas infinitos, con un futuro expansivo, capaz de todo eso y más.

Y yo ya estoy traqueteada, pisoteada y sin un gramo de confianza. Yo busco cosas prácticas, sencillas, desilusionadas de sí mismas, de fácil digestión, sin muchas calorías. Cosas que no me pidan mucho, que no me aceleren el corazón demasiado, que no me quiten tiempo, cosas desechables que no humedezcan mis ojos, que no me exalten ni me hagan sentir viva de más.

No, no quiero que te alejes, me causas adicción, me iluminas los días, de un modo muy especial. Sólo quiero que entiendas, que es mejor ser amigos, dejarlo en ese lindo sentimiento, en una dimensión puramente platónica, de tácito acuerdo. Porque tu corazón no aguantará mi dureza y tus felices balas terminarán por desangrarme y haremos literatura, sí, pero de corte lacerante, amarga, dolida, autodestructiva. Y desaparecerás de mi vida, me guardarás rencor, perderemos del todo la luz de esta alegría tan inocente y grata que nos da la compañía; y no podré con la culpa, pues de antemano sé que no funcionará, que será de lo peor. No dejemos que eso ocurra. Quizá con el tiempo las cosas cambien, ya se verá… pero hasta entonces, espero puedas conformarte con esta idílica amistad.

11/05/2010

8760 horas

50 botellas de vino
65 libros
2 electrodomésticos
3 obritas de teatro
Eternidades frente a la ventana.

300 cajetillas de cigarros
4 cómplices de cama
10 mil kilómetros
5 plantas nuevas
Incontables horas de televisión.

1 soleada tarde de motel
27 fracasos
1 taxista tartamudo
2 distanciamientos
Silencios eternos.

7 cuentos
310 manzanas
10 nuevos amigos
1 tatuaje
Chingos de momentos incómodos.

8 éxitos
6 conciertos
1 exhibicionista
40 películas
Infinitos mates.

3 pares de zapatos
1 amor platónico
8 destinos
10 437 tuits
Sinnúmero de texturas.

65 besos
14 nuevas obsesiones musicales
4 plantas muertas
11 cajas de tinte
Desmedidas dosis de estrés.

4 poemas
3 libretas
52 descubrimientos
1 mundial
Estados interminables.

3 ilusiones perdidas
56 posts
2 tallas
1 reencuentro
Extensas caminatas.

4 guiones
7 pesadillas
1 computadora
31 paletas payaso
Incontables peleas.

11 400 mails
25 fiestas
93 intentos
1 año de hablar conmigo misma
Inexplicablemente entera.