1/08/2010

La paradoja de Diego Shoening




Si metiéramos a Diego Shoening a una gigantesca caja de cartón y le diéramos sólo unas navajas de afeitar como diversión, ¿se daría cuenta de que ya es hora de dejar el planeta o decidiría afeitarse y esperar a la foto para ver si logra entrar en una breve de la diaria?

La respuesta, en realidad, es completamente irrelevante, el destino de Diego Shoening me tiene muy sin cuidado, pero queda la cuestión fundamental y absoluta, ¿soportaríamos esperar a ver si se mató o no, o abriríamos la caja casi de inmediato para saber la respuesta?

Yo, que soy curiosilla por naturaleza, siempre, ante el dilema opto por el camino difícil. Ahora sí que, ante la duda, compra. Y por ende, bajo esta filosofía, uno persigue las respuestas, por peligrosa, sórdida o aburrida que llegue a ser esa persecusión y el posterior hallazgo de verdades indiscutibles, jaja.

Sin embargo, a veces, pareciera necesario esperar un poco a que la vida acomode las piezas, a que, sin nuestro continuo manoseo, el camino se desarrolle a sí mismo. Porque, a veces, y sólo a veces, hay momentos en los que por más que queramos no estamos capacitados o listos para entender las respuestas y obtenerlas sólo resulta más confuso.

Después de varias cajas abiertas. Después de muchas curiosidades saciadas, quedo con la sensación de que no me encuentro lista para todas las respuestas. Creo que bien podría aceptar que Diego Shoening se hiciera un daño irreversible dentro de la caja y apareciera muerto al momento de abrirla. Pero, ¿puedo aceptar que saque otro disco y se encuentre profundamente convencido de que volverá a ser lo que fue hace 30 años? Mmm, de eso ya no estoy TAN segura, jajaja, habrá que ver si aguanto o prefiero quedarme con la pregunta en la cabeza, what would Diego Shoening do?

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