3/26/2010
En busca de La Pasiva perdida**
Uruguay: futbol, mate, candombe, chivitos y, para mí, panchos. Desde la primera vez que viene a Montevideo a ver a mi familia, hace 25 años, tengo el fijo recuerdo de que parte de lo que definía al país de mis padres era un lugar que siempre visitábamos: La Pasiva.
No se trataba de una cervecería cualquiera, sino de un sitio emblemático que en más de un sentido hablaba de “lo uruguayo”. Sin importar el local del que se tratara –pues ahora existe hasta una sucursal en España– era visita obligada para los uruguayos que vivían en el exterior cada vez que regresaban a la patria y, desde luego, para los locales que siempre la daban como referencia de los mejores panchos de la ciudad. Se limpiaban las mesas tirando todo al piso (puchos de cigarro, servilletas, comida), los mozos eran “hostiles”, los panchos sublimes y la mostaza un regalo gastronómico sin igual y el secreto mejor guardado del Uruguay.
Nadie recuerda hace cuánto abrió la cervecería, sólo que en el año de 1960 era un bolichito con unas cuatro mesas de mármol con sillas de madera adentro y otras tantas afuera, en los arcos del lado derecho de la Plaza Independencia, viniendo desde 18 de julio. El local, se presume, es lo que hoy se conoce como el PlazaBar.com, y ofrecía, únicamente, cerveza y panchos, muy a la manera alemana, nada que ver con el menú con el que cuentan hoy en día en el que hay chivitos, minutas y hasta variedad de ensaladas.
En esta última visita, tras recibir muchas malas reseñas, no lograba encontrar lo que mis recuerdos, pensé, habían idealizado. Ya no se limpian las mesas tirando todo al piso (damos gracias por eso); los panchos me parecieron más bien malos, de pan duro y frío; los mozos, aburridos y especialmente silenciosos; y la mostaza… (vaya, no entendí por qué mi madre hacía tanto esfuerzo en robarla, si más bien no sabía a nada).
En busca de los panchos de mis recuerdos recorrí tres Pasivas antes de hallar lo que, para mí, en cierta medida, definía, sino al Uruguay, al menos a Montevideo. En la sucursal de la peatonal Sarandí, en la Ciudad Vieja, me reencontré con esos legendarios panchos de salchicha sabrosa, pan chicloso y mostaza con ligero picor. Ahí entre mozos de cabellos grises o cabezas calvas, con “malos modos” y gran velocidad en los pedidos; entre los gritos de las órdenes, con sabor a Canario Luna, y las Pilsen corriendo en la barra, me reencontré con eso que tanto hablaba y sigue hablando de este pequeño país del Sur.
La Pasiva, en general, ya no es lo que era, pero existen locales que conservan el sabor tan clásico y legendario de un boliche de cuarta en el que lo gourmet no importa, sino lo sabroso, en el que parte del encanto es que los mozos griten y te traten como igual o, incluso, como inferior; un lugar que habla de una forma de ser, de un país de cosas sencillas, directas y, en cierta medida, igualitarias.
**Esto fue pa mi curso ;)
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La cereza del pastel
3/19/2010
Mis recuerdos de Montevideo
Hace 18 años yo vivía en Uruguay. Montevideo, la ciudad; Plácido Ellauri, la calle. Ayer caminé hasta esa casa en la que pasé un año de mi vida. Ha estado muy cerca todo este tiempo, pero la verdad que no me había animado a ir a verla.
Mis recuerdos montevideanos me provocan sentimientos encontrados, bien dicen los Rolling, "Mixed Emotions"... Tenía que llorar muchas cosas que perdí y entender muchas cosas que viví antes de animarme a enfrentarlos.
No sabía el número, no lo recordaba, pero pensé que cuando la viera sabría qué casa era. Han pasado 18 años y está algo cambiada, me costó reconocerla, pero... No es para nada como la recordaba, de entrada, según yo, tenía el doble de tamaño.
La puerta del garage, la de madera (porque la reja es una adquisición de los inquilinos posteriores), la recuerdo inmensa; y la ventana, que se observa junto a la terracita, era la que correspondía a mi habitación, mi entrada al mundo, según yo.
En esa época me encantaba el disco de Juan Luis Guerra y su 4.40 que traía la de "Burbujas de Amor". Ésa no era mi canción favorita, a mí me gustaban "Como abeja al panal", "Carta de Amor" y "La Bilirrubina". En ese cuarto, las mañanas de los sábados jugaba a que era una mesera y me tocaba abrir el restaurante. Entonces "dejaba entrar el sol" (concepto infantil y cursi, pero que me sigue gustando) por ventana, ponía a Juan Luis Guerra y empezaba a cantar y "limpiar" de lo más campechana.
Ahora que lo escribí me dio un poco de pena... jajaja, pero era una niña, ustedes comprenderán. Bueno, ése es mi recuerdo más nítido de esa casa, después conservo otro, de cuando murió Freddy Mercury o cuando le hicieron uno de los primeros homenajes.
Mi madre, mi hermano y yo estábamos en la cocina cenando y viendo el show en la televisión (todos erámos refans del Mercury). Y debo decirles que mi recuerdo es como de una miniatura de personita sentada en una silla gigantesca que estaba enmedio de un inmenso salón. Básicamente, aunque no estaba tan chica, recuerdo que me impresionaba mucho el tamaño de esa cocina. El recuerdo del recuerdo, algunos dirían...
Teníamos un perro y una barbacoa. Mi hermano cargaba consigo su enorme colección de latas de cerveza y refresco, mi madre me ponía madreselva en el cuello, para espantar los pijos, antes de ir a la escuela...
En realidad no puedo asegurar la precisión o certeza de estas imágenes; no sé si son del todo verídicas, ni qué tanto se apeguen a lo que de verdad ocurrió, pero son mis recuerdos y me tienen sonriente, con la emoción a flor de piel al verlos tan claramente retados por la realidad, al saber que, al menos, por un instante, puedo volver a jugar a ser quitita, sentirme pequeñita y retar la percepción...
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La cereza del pastel
3/15/2010
Uffff
Iba a escribir algo de Buenos Aires. Iba a escribir algo de acá, pero estoy pensando en que quizá sea hora de dejar de escribir.
Nunca tuve un viaje tan accidentado en cuanto a mis "colaboraciones". Dicen que sí, luego ya con uno en el destino y trabajando, dicen que no... La verdad que esto le da a uno para pensar.
Le piden cosas, en todos lados, siempre sale trabajo y uno se siente afortunado, pero la fortuna dura poco cuando después no pagan, agarran el pie en vez de la mano y queda todo muy confuso.
Dan ganas de dejar de trabajar en esto. Dedicarse a una cosa completamente distinta, irse a recoger kiwis, plantar jitomates o hacer pasteles para vivir. ¿Por qué no lavar platos en Noruega o manejar un colectivo en Buenos Aires? ¿Por qué no dejar el cruel sueño de las letras?
Uno se prepara y trabaja como mula años. De nada sirve, al final, siempre te pasa todo Dios por encima y te tienes que quedar callado. Agachas la cabeza porque no queda otra opción. Sólo sabes hacer esto y hasta cierto punto te sientes afortunado de que puedes hacerlo, pero al final parece que vives en una realidad alterna.
Siempre es lo mismo en todos lados. A diario escuchas que la gente se deja de dedicar a esto por eso, porque la cuestión "periodística" es muy informal... Y ganas no me faltan de mandarlo todo a la mierda y a todos... Parece que no importa cuánto trabajes, cuánto te prepares, cuánto te esfuerces, siempre ocurre lo mismo... Quizá la vida me está queriendo mostrar el camino, aunque uno distinto al que me había planteado.
Nunca tuve un viaje tan accidentado en cuanto a mis "colaboraciones". Dicen que sí, luego ya con uno en el destino y trabajando, dicen que no... La verdad que esto le da a uno para pensar.
Le piden cosas, en todos lados, siempre sale trabajo y uno se siente afortunado, pero la fortuna dura poco cuando después no pagan, agarran el pie en vez de la mano y queda todo muy confuso.
Dan ganas de dejar de trabajar en esto. Dedicarse a una cosa completamente distinta, irse a recoger kiwis, plantar jitomates o hacer pasteles para vivir. ¿Por qué no lavar platos en Noruega o manejar un colectivo en Buenos Aires? ¿Por qué no dejar el cruel sueño de las letras?
Uno se prepara y trabaja como mula años. De nada sirve, al final, siempre te pasa todo Dios por encima y te tienes que quedar callado. Agachas la cabeza porque no queda otra opción. Sólo sabes hacer esto y hasta cierto punto te sientes afortunado de que puedes hacerlo, pero al final parece que vives en una realidad alterna.
Siempre es lo mismo en todos lados. A diario escuchas que la gente se deja de dedicar a esto por eso, porque la cuestión "periodística" es muy informal... Y ganas no me faltan de mandarlo todo a la mierda y a todos... Parece que no importa cuánto trabajes, cuánto te prepares, cuánto te esfuerces, siempre ocurre lo mismo... Quizá la vida me está queriendo mostrar el camino, aunque uno distinto al que me había planteado.
3/01/2010
En Sudamérica los hombres...
(Amigas, no es que las quiera privar, pero ninguna foto se acerca a lo que he visto en la calle... se me derriten los ojos!!!)
... PUFFF, PAU, GUAU!!!!
No sé qué voy a hacer. Voy por la rambla y cualquier hijo de vecino me parece no guapo, GUA-PÍ-SI-MO... Es como si los hombres aquí abajo estuvieran todos hechos lindos... El que es chaparro, está bien formado; el que es güero (que no me gustan güeros) tiene una mirada DI-VI-NA; el que es muy viejo para mí, está bien añejado; el que es muy joven para mí, tiene un futuro/presente demasiado prometedor... Y si me sigo me tengo que salir de la casa a tomar aire porque no aguanto el calor.
A las amigas que piensan: "Y qué mierdas estás esperando???", sólo queda contestar, "no son los únicos". Chica que pasa, se me desvían los ojos de lo guapas... Lindas piernas, linda cara, buen cuerpo... Parece que acá abajo puros buenos genes... Bueno, no...
No seré totalitaria, porque hay tipos también horrorosos, de esos que no estás segura si tienen un problema físico grave (como algún tipo de retraso) o simplemente fueron creados para no inspirar el deseo reproductivo.
Por si esto fuera poco, se la pasan sin camisa... ¿Saben lo que es estar viendo semidioses sin camisa a diario? Es como ir con hambre al supermercado :(.
Sí, los primeros días daba gracias del taco de ojo y ahora la verdad que me angustia demasiado. Porque además qué, ¿qué pasa cuando uno regresa a la realidad? Hay que decirlo, en México tengo más oportunidad que acá y ni así consigo nada (bueno, que me dejen de hablar, que me rechacen, que me digan que no soy su tipo, que me restrieguen otras viejas en la jeta, o peor, polly pockets, o sea, NADA bueno) y si a eso sumamos que cuando regrese voy a tener los estándares súper altos... Mejor voy pensando en lo que se sentirá meterme a un convento o me voy concentrando en los mágicos poderes del nopal... no me decido todavía...
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