10/12/2009

De las meadas



Sí, a todos nos pasa. Me declaro culpable, yo una vez meé a mi güey. No tiene caso negarlo, creo que alguna vez en la vida pasa que nos sentimos un poco en riesgo y no controlamos el torpe impulso de la orina.

Aunque también acepto que hay gente muy posesiva que hace de la meada un deporte olímpico y no bien sienten que alguien se acercó demasiado a su "perro", meten duro el jalón de correa, no vaya a ser que se les alborote el animal y luego no sepan cómo o no puedan alcanzarlo.

Cuando a mí me ocurrió, porque con mi neurotismo y agitación de cocker spaniel no podía no haberme ocurrido, fue fuerte, fue notorio, pero fue también simpático, algo básico para mantener la elegancia en la meada.

Estábamos en el Imperial. Yo bailaba, Fabián platicaba con un cuate, ahí cerquitas. De repente, una chava de miradita perdida se lo queda viendo con intensidad asesina.

Yo, que así pendeja, pendeja, lo que se dice pendeja, no soy, me la quedé viendo también, finalmente yo soy chava y también le he entrado a las intensas miradas.

La chica, jovencilla si mal no recuerdo, se cruza hacia donde está él y así, muy fresh, lo agarra de la mano. Yo reaccioné por impulso y me fui sooooobres a decirle: ¿se te perdió algo?

Las miradas de los presentes fueron suficiente para darme cuenta de la meadota que me había echado. Pedí disculpas (a mi chavo no a la vieja, ¿no?) y reí por mi absurda y desmedida reacción ante lo que era, evidentemente, una estupidez. Me burlé de mí misma por levantar en lo alto la patita y echar chorrito inconfundible de agüita amarilla.

Pero, habrá que decirlo, hay gente que no mea con tanta elegancia. Hay gente que na más siente que pasos en la azotea, azota públicamente a quien sea. Y con "quien sea" quiero decir a su pareja. "Mío, eh... aguas con pensar lo contrario..."

Los marcan como si fueran ganado. Nada más llegan a una fiesta y se ponen bien "cachondas" a marcar territorio a impulsivos besos que sus parejas no saben cómo contestar pues nunca antes habían sido experimentados. Los presentan primero como novios que como hombres, o abusan de motes y apodillos cuando están con los amigos ("mi amorcito esto" "chiquito aquello" "cosita linda"), los castran poco a poco. Sistemáticamente les encogen los huevos hasta que ni con lupa se los encuentran. Los vuelven productos de su propiedad.

Todos lo hemos visto. Todos hemos observado alguna vez el exceso, lo barroco del asunto, la verdadera cara del miedo...sin embargo, hay días, como hoy, en los que la cantidad y la calidad de las meadas nos hacen pensar en un nuevo récord. Sí, algunas personas me siguen sorprendiendo. Y es que, ¿qué dice más "mío" que una buena selección fotográfica?

A mí que me encanta llevar todo a las últimas consecuencias y darle vuelo a la hilacha con la narrativa, todavía hay cosas que me parecen de mal gusto, que carecen mucho de la estilística necesaria para estar al nivel del resto de las intensidades que hacen la literatura de este mundo.

Los invito a mear, pero con total elegancia.
Si han sido meados, ¡rebelaos!
Y si les mearon el proyecto, sean sinceros y acepten que no les gusta con meados.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo no veo forma elegante de mear. Simplemente no la hay. En todo caso, lo que tú relatas es saltar a defender el territorio. El perrito meón es el que orina las orillas para que cuando él no esté otros sepan que ese territorio tiene dueño. Eso es lo que me parece de mal gusto.

Sacar las uñas y los dientes es elegante. Mear no.

Bombón Insolente dijo...

Jajajaja... güey, pus te diré, eh... todos hemos meado alguna vez... jejeje, encima, alrededor... son detalles, jejeje

Jinete_Enmascarado dijo...

jajaja yo imaginaba que lo habias meado de manera literal osease tu en cunclillas y el abajo en algun ritual que los pipifilicos les gusta