2/08/2010
Tic Tac
Hace unas semanas encontré en el bolsillo de una chamarra que hace mucho no me ponía, una cajita de tic tac.
La neta, nunca he sido muy fan de esas pastillas. Como que no siento que te refresquen el aliento sino todo lo contrario. Te dejan una sensación pastosa bastante desagradable, ¿no? ¿O soy yo?
Bueno, el caso es que las encontré mientras caminaba hacia la tiendita y me metí unas al hocico, en un impulso por seguir las normas fílmicas de la existencia de uno, es decir, en un intento de protagonizar una escena de comercial.
En principio no me resultaron desagradables. Aunque efectivamente no me refrescaron el aliento, como que sí me gustó esa onda de hierbabuena dulce dulce, además de que al fin comprendí el porqué de que no te ayuden a refrescar el aliento: es como las Sabritas, así no puedes comer solo una.
Bueno, fuera del asunto de la cata, lo que más me latió es que cuando iba caminando era como si trajera una maraca en la cadera, ¿no? Buenísimo, ¡caminata con theme music integrada!
Obvio me atasqué las pastillas a las pocas horas, en un impulso por saciar los rezagos de mi etapa oral, pero el sonido, en cierta medida, todavía me acompañaba. Como les pasa a los veteranos de guerra que les da el phantom limb, así clarito escuchaba el paquete cuando caminaba.
Hoy que recorrí mi ruta regular, en el automatismo que sólo puede darte caminar en chinga con la música a todo lo que da, me di cuenta de que el que me acompaña es otro tic tac, el del reloj.
La transición está a punto de terminar. Estoy a nada del final... Tantas cosas, tan poco tiempo y este asunto de que la vida no se detiene.
Es cabrona, la verdad, no para por nada, no hay tratos, no hay circunstancias atenuantes, ni madres. No importa dónde ni cómo estés, la cosa es que sigue y sigue como el maldito conejito duracell (bendito en ocasiones, en otras tantas tan inútil –sí, sí, me proyecto–).
Así que mucho para hacer, poco tiempo, cabeza nula. No le pido a Concentrancia porque es una cabrona, ya vimos... Pero le pido... mmm, le pido... Le pido a Literatura, a los santísimos Reyes Magos, al elocuente Brian Griffin, al más malévolo de todos (Stewie), a Ren, a Stimpy, a Chavela, a Batis, a Kenny, a Cartman, a Morrissey, a Jarvis, a Proust y mis amigos vino, whisky, tequila, que unan sus fuerzas a la manera de los gemelos fantásticos y me den la paz necesaria para dormir y no andarme mareando yo solita; la capacidad para manejar bien mi tiempo; y, lo más importante, la fuerza para mantenerme "bella" en el proceso, jajajajajajajajaja... Gracias, señoras y señores, mal chiste, pero para variar, aunque confundidos y neuróticos, andamos de buenas (clap, clap, clap)!!!
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